La fría sombra de un ala
La miré
desde lejos. Me impactaron sus dimensiones que eran tan grandes, como el árbol
que estaba frente a mí. Desde donde yo me encontraba le distinguía
una apariencia un tanto puntiaguda. Cuando me movía hacía el otro
costado el ala se mostraba más ancha y redondeada.
Me fui
acercando de a poco y me puse delante suyo; entonces vi que sobre sus orillas
caminaban muchas hormigas. Parece que estos insectos se nutrian de algunas
plumas que había dejado el ala que perteneció a una vieja gallina del
gallinero de mi abuela. Es decir que ella también tenía historia,
tal vez por eso había despertado en mí tanta inquietud.
Yo la
observba desde hacía mucho tiempo y su olor era como el olor amanecido de la
gallina de mi abuela.
A veces
me ocultaba en un huequito del árbol y el ala aparecía junto a mi, como si
fuera un niño retraido y lleno de miedo.
Cuando me
detenía en la copa del árbol, se atravesaba por mis ojos, entonces yo
perdía la calma, pero luego me daba cuenta de que dentro de ella había un juego
muy similar a la nobleza. Y me quedaba más tranquila.
En el
momento en que yo sacaba una mano a través de una rama, la palpaba y
la sentía muy fría, como si ella regresara de un gran duelo. Y
a veces giraba sobre mí haciendo un ruido melodioso, como
queríendo volar más alto mientras se deslizaba haciendo toboganes en el
aire.
Y sucedió
que luego de soltar algun sonido a mis espaldas, una tarde la quise
abrazar pero no pude. Entonces ella me habló y me dijo: Soy tu sombra ,
la nostalgia de la última gallina que mataron en la casa de tu abuela y tú
la comiste. Fue el día en que luego de ver correr
tanta sangre, yo volé muy fría detrás de este árbol. Allí hice mi
duelo mientras todos comían.
MARÍA EUGENIA CALÍ
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